Snow
Escuela Grecia
by J.J. Tabilo

I.



Vi cuando lo golpearon.- Eran dos.- Nunca supe bien por qué.- Creo que escuché a Mamá decir que le tenían envidia.- Luego que tenia dos novias al mismo tiempo y una de ellas era la hermana de uno de ellos.- Estábamos en las canchas de fútbol, cerca de la Escuela Grecia a unas diez cuadras de casa.- Fui a buscar la pelota, cuando volví mi hermano estaba enrollado en posición fetal cubriéndose la cabeza con las dos manos en el suelo .- Ellos no paraban de patearlo.


Con esos insultos, los quejidos y el polvo que se levantaba alrededor uno pensaría que algún adulto que estuviera con sus hijos intervendría para detener la escena.- Pero en los años 80’s en Chile los adultos tenían sus propios problemas y no acompañaban a sus hijos a las canchas de fútbol, al menos a nadie que nosotros conociéramos.- Les grité que lo dejaran tranquilo.- Pararon de patearlo.- Me quedaron mirando.- Me agarré fuerte de la pelota y avancé a donde estaban.- “Dejenlo tranquilo!“, me acerqué donde estaba mi hermano en el suelo.- Los dos me miraron, luego se miraron entre ellos y simplemente se fueron.-


Lo levanté, cojeaba y se quejaba, “te duele te pegaron mucho?” le pregunté.- "No,no tanto pero quiero que piensen que sí me respondió".- Creo que sí le dolía, sus quejidos y como cojeaba eran demasiado reales y nunca fue un buen actor.- “No le contemos nada a Mamá“.- No sé quien dijo eso pero estuvimos los dos de acuerdo, o tal vez ni lo dijimos pero estuvimos de acuerdo.- Esa fue la última vez que hicimos ese camino juntos.-


Sé que debía tenerles resentimiento, rabia y todas esas cosas que brotan con una agresión, pero no.- Una cosa era lo que sentía y otra lo que debía sentir fue como que me dividí en dos.- Me habían escuchado cuando grité, se detuvieron, me hicieron caso y de alguna manera estúpida les estaba agradecido.- Era la primera vez que alguien me escuchaba de verdad y me tomaba en cuenta y no lo podía olvidar.-


Ese fin de verano mi hermano dio la prueba de admisión para un colegio privado del que nunca había escuchado.- Por las conversaciones en casa entendí que los colegios Jesuitas no se caracterizaban por ser económicos. “Son tan caros como la Universidad” repetía Mamá cuando se encontraba con alguien conocido.- Mi hermano se levantaba a las siete de la mañana y volvía a casa al atardecer.- Después de la cena se quedaba trabajando en sus deberes escolares en la mesa del comedor.- Lo dejé de ver con tanta frecuencia.- Tenía actividades nuevas con nuevos amigos en otra parte de la ciudad.- Era como que mi hermano se había ido y yo me quedé.-


A los dos de la golpiza los vi muchas veces más.- Eran mayores y eran grandes pero no más que Nelson Santibañez .- Comencé a imaginar que cuando Nelson nos abofeteara, que era su golpe favorito, ellos vendrian y lo sacarían arrastrando de la sala de clases para luego patearlo, pero yo no intervendría. Tomaría mi pelota, pasaría por sobre él tirado en el suelo y me iría a jugar con mis compañeros de curso.- Les diría: “Hoy el profesor no viene, esta indispuesto ” y todos saldríamos corriendo a jugar al patio.-


Con Nelson Santibañez las reglas eran dos, simples y fáciles de memorizar, si no traías la tarea y si no obedecías.- Don Nelson te podía abofetear con la fuerza de un hombre adulto.- A menos claro que personalmente tu apoderado fuera a la escuela o enviara una nota excluyéndote de dicho ritual educacional.- No todos los alumnos tenían esos lujos que llamamos apoderados.- Pertenecíamos a todos los tipos posibles de familias y clases sociales imaginables.- La Escuela Hogar Grecia era también un internado con alumnos que venían de pueblos apartadas o de oficinas salitreras, otros de familias mono-parentales o convencionales.- Pero lo que entendíamos como normal y lógico cambiaría radicalmente en unos años.- Los ricos se irían a colegios de ricos, la clase media se acomodarían donde pudiera y los pobres tendrían que emigrar a la periferia.- Cada uno separado y en su propia burbuja.-

II.



“No es un mal profesor, no deben ser para tanto“ era lo que repetía Papá.- Se conocían con don Nelson.- Estudiaron juntos para ser profesores pero Papá no ejercía .- Decía que como profesor el sueldo era muy poco y prefería dedicarse a los negocios.- Mamá, ella no me creía o no me escuchaba.- Estaba mas preocupada de las noticias.- Quería saber que pasaría ahora.- Siempre preocupada de que pasaramos inadvertidos, que pasáramos desapercibidos.- Que nadie nos viera, que nadie nos escuchara.- Se sentaba en la sala junto a la mesita de luz a sintonizar la radio, la televisión o leía desesperadamente algún diario como si ahí se encontrara la respuesta a todo.- Solo para ser sorprendida luego de un rato por alguna noticia que la hacia tensar todos los músculos y decir:“Mienten - Mienten“.- En ese minuto había que desaparecer, encogerse enterrarse en el pupitre como cuando don Nelson buscaba a otro que no traía la tarea.-


Cuando alguien era castigado en clase generalmente se apartaba avergonzado con la marca de la autoridad plasmada en su cara enrojecida.- No lo dejábamos solo.- Juntábamos las colaciones y le dabamos lo mejor, que en general eran los dulces del gordo Guerra que tenía pastelería.- Algunas veces nos podíamos escabullir a la sala de los séptimos básicos en el segundo piso para ver el patio del Regimiento Antofagasta donde entrenaban a los conscriptos en formación básica.- Nos gustaba ver como lanzaban piedras que simulaban ser granadas.- El ejercicio era simple, tenían que simular sacar el alfiler de seguridad y arrojar la piedra en unos blancos que estaban pintados en el piso, tirarse al suelo y cubriese la cabeza con las dos manos - lo habíamos visto y practicado tanto que lo podíamos hacer mucho mejor que esos conscriptos nuevos.- Lo que nos ponía a todos de buen humor.-


Nuestro patio de la escuela es casi igual al patio del Regimiento Antofagasta, de tierra, sin árboles, sin plantas, con tres enormes rocas- Icebergs que sirven en el patio del regimiento para subir a los conscriptos castigados y dejarlos por un largo tiempo de pie con las manos extendidas sosteniendo sus fusiles de madera sobre las cabezas sin moverse.- El servicio militar es obligatorio y sabemos que sera nuestro patio en el futuro.- En los recreos practicamos las rutinas militares que vemos desde nuestras ventanas, los ejercicios y los castigos.- Queremos estar preparados pero especialmente queremos entender las reglas que parecen más complejas que con Don Nelson.- Cuando no entendemos algo tratamos de buscar la respuesta entre nosotros pero no siempre las encontramos.- Especialmente cuando a los conscriptos se les castiga por igual, al último como al primero, si este sacaba mucha ventaja en las pruebas.- Con patadas en el trasero.- Pero nunca con cachetadas.- Veliz que era la voz autorizada para nosotros en el tema por más cachetadas recibidas hasta ese minuto.- Fue lapidario y claro en su veredicto y dijo: “No les pegan cachetadas porque ya no son niños“.- Nos miramos y asentimos, para nosotros tenía razón. Alguien, no recuerdo quien, agregó: “Se nos va ha hacer mas fácil, comparado con don Nelson eso no es nada".- Lo que también nos pareció acertado.-


Es estricto pero los alumnos aprenden y una buena educación garantiza un buen futuro, era con lo que se repelían los reclamos.- Para nosotros existían dos maneras de reaccionar a don Nelson, una era quedar paralizado y memorizar todas las materias y la otra era arrancar de los libros, al que yo pertenecía.- Nosotros pensábamos que no aprendíamos, pero obteníamos mejores calificaciones que los otros cursos en los exámenes generales.- Estaba claro don Nelson hacia bien su trabajo.- Recibía su felicitaciones y un galardón.-


Aprendimos en clases como los elefantes podían escuchar con los pies.- Son especialistas en comunicación sísmica.- Ellos dependen de las ondas sonoras que viajan por la superficie de suelo en vez de por el aire.- Nos quedó más claro con un comercial de neumáticos: "Firestone", que pasaban por la televisión donde un indio apache ponía su oído en el suelo para escuchar las vibraciones del camino.- Era eso mismo pero con los pies.- no sé si fue por el esqueleto de elefante que nos mostró en clase o no pero comenzamos a ver las rocas- Icebergs que sobresalían en el patio y en otras partes como marcas de un esqueleto que era enorme antiguo que recorría todo el desierto tapado por un manto de polvo piel.- Era como si todo estuviera bajo superficie oculto y solo pudiéramos ver pequeñas partes, pistas de un todo gigante enterrado por alguien antes que nosotros..

III.



La amistad de don Nelson con Papá hacia que llegara a decir que a mí me gustaba mi profesor, que lo admiraba.- Yo podía protestar y patalear pero Papá seguía convencido de eso.- Un día jugando en el patio de la escuela caí aturdido.- Mis compañeros asustados me llevaron a la sala de clases y me sentaron semi-inconsciente hasta el termino de clases .- Entre dos me llevaron a casa acarreándome como los adultos llevan a los amigos a la salida de los bares.- Esperamos varias horas sentados fuera de casa hasta que Mamá volviera del trabajo.- Yo tenía las llaves desde que mi hermano se había cambiado a su nuevo colegio en mi bolsón pero no me podía despertar.- No tengo memorias claras de nada, sólo lo que los demás me contaron - como que estuve semiinconsciente alrededor de cinco días - que lloraba, me despertaba y dormía .- Mi primera memoria de todo esto es Mamá llevándome al médico que me examinó pero no pidió ningún tipo de examen.- Me preguntó si sentía algo diferente.- Sí, le respondí .- Le conté de mis sueños recurrentes de militares en uniformes oscuros con grandes gorras que me seguían .- No sé si el sueño era una mezcla entre las películas de guerra que Papá veía en la noche y mi estado.- No sé.- Pero para cuando terminé de contarles todo quedo en silencio, el doctor y Mamá se pusieron nerviosos, bueno tal vez era normal, tal vez no era el tema que quieres hablar cuando estas viviendo en medio de una dictadura militar.- De inmediato me decretó sano, dando por terminada la consulta.- Lo que no me olvido fue lo que le dijo a Mamá al salir: “Manténgalo Vigilado“ le dijo y me apuntó con el dedo .- Lo que parecía un poco amenazador pero en perfecta sintonía con los tiempos.-


Una señora de la edad de Mamá golpeó la puerta y Mamá la dejó entrar.- Era una visita.- Lo que era raro.- Mis padres no recibían visitas y menos mi madre sola que con suerte le abría la puerta al cartero.- Cuando me enteré que era la esposa de don Nelson me acerqué y me tiré al piso para poder escuchar por debajo de la puerta cerrada.- La casa es antigua de esas de doble altura con pisos de madera donde todo lo que entra se empequeñece incluyendo las voces.- Podía ver como la señora le contaba muy nerviosa tomándole la mano a una niña de mi edad o tal vez mas chica, que él era demasiado estricto con la hija.- El resto no lo entendí.- Nunca había visto a una persona adulta llorar.- Osea sólo a Mamá cuando nos cambiamos de casa pero era distinto.- Mamá también lloró un poco, parecía esas despedidas en el aeropuerto donde solo los adultos lloran.- La niña no lloró.- Sentada en perfecta postura.- Con el pelo peinado tomado en un moño alto, un vestido inmaculado color crema con floristas, sus zapatos negros limpios y lustrados.- La luz que entraba por la ventana le daba una importancia que contrastaba con las mujeres sentadas en la penumbra.- Agradecía cada vez que mama le ofrecía galletitas pero no tomaba ninguna.- Cuando se levantaron para irse corrí a mi pieza de donde se veía la puerta de calle.- “Por favor no le cuente que vine“.- “ No se preocupe “.- Por favor volvía a pedir la señora a Mamá.- La niña me vió, la saludé asintiendo con la cabeza, moviendo la cortina de la ventana .- Ella levantó la palma de la mano discretamente como en secreto y se alejaron.- Fue la única vez que la ví.-


Ahora que estaba siendo “Vigilado“ como había ordenado el doctor, si me hacía el adormilado podía tener acceso a las conversaciones de los adultos .- Según yo era solo cuestión de tiempo para que Mamá hablara con Papá y me cambiaran de profesor de curso o algo.- Cuando esa noche escuché a Mamá decirle a Papá: “Tengo que hablarte de Nelson“, pensé es ahora.- “No quiero que le prestes más dinero“ dijo Mamá y le contó lo de la esposa, le dijo que era tremendo.- Papá dijo que también pensaba que era terrible .- los dos estuvieron de acuerdo.-

IV.



Le dije que no le pegara.- Que no lo abofeteara.- Fue el día de la tarea grande una bien difícil, teníamos que pedirle ayuda a los padres para terminarla.- Muchos no la hicimos.- A él le pareció que era algo premeditado como un acto de insubordinación .- Estaba rojo, sus venas del cuello hinchadas de rabia.- Avanzó donde yo estaba yo también avancé.- Tenia miedo pero lo único que me quedaba era repetir lo mismo de la cancha de fútbol.- ¿Quién te crees?, me gritó.- Empujó un banco que estaba en el camino, sentía como que algo tibio me recorría las piernas .- Llegó frente a mí.- Hizo una mueca de asco y retrocedió.- Yo avancé, pensé que tal vez estaba funcionando.- No veía bien porque tenía los ojos llorosos.- Se dió vuelta dándome la espalda y dijo: “que alguien lo lleve al bañó“.- Caminó de vuelta a la pizarra y gritó a los que serían abofeteados que se sentaran .- Yo todavía estaba de pie, me volvió a mirar con asco y señaló a alguien y le dijo: “Ud! llevelo al bañó“.- Me oriné en los pantalones pero nunca nadie lo mencionó.- En casa Mamá me retó, me dijo que como podía ensuciarme así, luego se comenzaron a reír, en casa decían que era la marca del zorro.- Me costó mucho superar lo de la marca del zorro. En la escuela de vez en cuando veía a los agresores de mi hermano, asentíamos con la cabeza como un saludo disimulado, que no debería existir, cuando nos cruzabamos en los pasillos o en el patio.-


Esta historia no la conté nunca a nadie porque, tal vez al único que le haría sentido es a mi hermano y a él no lo veo hace más de quince años.- Se fue a otro país, a Elias y a Santi los veo siempre, jugamos fútbol en las canchas de tierra, pero nunca hablamos de esa tarde.- La última vez que los ví se ponían de acuerdo para ir a hablar con don Nelson, creo que uno es el novio de su hija.- En realidad no quise saber más.- Les dejé la pelota, ya estaba vieja.- En realidad no creo que aguante mucho y menos las patadas de ellos.-